Conociendo a los amigos de mi novio
La Dra. Lí nos cuenta una verdad por la cual pasan las mujeres en alguna etapa de su vida
En mi experiencia, una de las primeras decepciones que una mujer siente cuando está en pareja es la primera vez que conoce a los amigos de su chico. Pero no hablamos de cuando se juntan todas parejas, porque aún allí los muchachos conservan aún ciertas formas, se ocupan del asado y de la bebida, y charlan del trabajo o de fútbol.
Cuando ves a tu galán de cine, a tu macho todopoderoso, a tu hombre seguro, serio y decidido ver a sus amigos de la infancia y en dos milésimas de segundo pasar a comportarse como un tontón desaforado, ¡Dios mío!, sentís que una de las vendas del “amor ciego” se te cae por arte de magia.
Te das cuenta que nunca habías reparado en su panza hasta que escuchás como todos lo llaman “Piñata”, empezás a verlo más narigón si le dicen “Tucán”, o petizo si le dicen “Enano”, en fin, te enterás del apodo con que lo bautizaron y ya no volvés a verlo como antes. Además los varones tienen esa forma tan especial de amistad, en la que se bardean cruelmente durante todo el tiempo que comparten, y donde por más que pasen años y años vuelven a adoptar el mismo papel que cuando eran chicos. Así, el que era el violento por más que sea monje budista comienza a tirarles las chapitas de cerveza a todos los presentes, el que era el gordito tímido por más que sea dueño de una mega empresa y playboy incurable se deja tomar el pelo y va derecho al arco si se improvisa un picadito, el antiguo nerd que ahora es azafato recuerda con añoranza la feria de química y instruye a todos sobre los folletos que leyó en el aeropuerto, sabiendo que nadie le da bola; el que era el más cancherito y experto en rateadas olvida su trabajo de cuidacoches y se ríe de todos como si fuera el winner del siglo XXI, el tomado por boludo aunque sea físico nuclear es objeto de burla por no saber quién es Megan Fox. Ni te cuento si llegaba a ser el tildado de “gay”…
Entonces por supuesto, nuestro novio crecido, maduro ya (por lo menos hasta donde puede), que nos ha enamorado con su aparente seguridad de hombre bien plantado; se nos aparece como uno de aquellos chicos de los que huíamos en el secundario, que no nos hubieran levantado ni con un ascensor, aquellos de los que nos reíamos cuando los cancheritos los gastaban, y por un segundo nos sentimos estafadas, engañadas.
También está el detallito que para recibir a la nueva novia le hacen una extensa descripción sobre la vez que se quedó en bolas en la calle, cuando se cagó en el acto del Día dela Bandera, cuando lloró de miedo en el tren fantasma, cuando se durmió ebrio y vomitado en la cama de los padres de su ex novia. En fin, es una prueba de fuego a superar y creo que es casi un milagro que no nos mudemos y perdamos el teléfono en algún barsucho lleno de hombres fáciles…
Obviamente ayuda que a esa altura ya los conocemos un poco, por lo menos en una parte de su vida, la parte en donde son lo que han construído de ustedes mismos y no en la que eran lo que algunos niños crueles les imponían. Y al final ése es el que gana, el que es con nosotras. Zoncitos.